Ya se acabó.
La muerte de anteayer era la última
muerte solemne. Muerte verdadera:
situada en la curva descendente
del tiempo,
escondida en la arteria
leñosa. Fue la última
con olor de parroquias y responsos.
Fue la última de ancianos.
Ahora
hay que morir de prisa. A cualquier tiempo
-de hierro y gasolina, de vergüenza-.
Arrollados por secos aluminios,
agrietados por fraguas invisibles,
con las venas fragantes, pero antiguas:
inservibles para el mercado nuevo.
Y no en la cama, no, sino en los prados
sin sábanas de holanda. En los caminos,
hacia un lado cualquiera,
para dejarle paso al último modelo
de hombre. Para dejar el sitio libre
a nuevas muertes: sello eterno
que cuelga, sin permiso, de algún trozo
del hombre cuando exhibe su esperanza.
Julia Uceda, "Made in...", Extraña juventud
Lean a Julia Uceda. Léanla y, cómo yo, pregúntense por qué la crítica ha ignorado, como a tantas otras, a una voz así. Mundo este...
Al parecer, veo que no soy la única que ha creado un nuevo blog. Yo te seguía en el otro y tú a mi en el que tuve que cerrar.
ResponderEliminarMe alegra saber que no hemos perdido el contacto del todo...
un besazo :)
POR CIERTO, grandísima escritora.
Nuevo, nuevo, no es, Flowher, ya tiene casi dos años. Me alegro mucho de que puedas leer este también.
ResponderEliminarSí, supongo jajaja
ResponderEliminarEl caso es que después de un año -supongo que casi dos-, he mirado mis antiguos seguidores donde estabas tú. Me he metido en tu blog (al parecer el antiguo) y decias que habias creado un nuevo blog... Claro, la entrada es la última pero supongo que de hace tiempo jajaja
En fin... eso; lio.