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lunes, 3 de noviembre de 2014

Las cien caras de mujer de Piero Fornassetti

(Para W., que me descubrió a Fornassetti y me redescubrió a Nils Frahm) 
  




Piero Fornasetti (1913-1988) dibujó obsesivamente a la soprano Lina Cavalieri (1874–1944) después de haberla visto en una revista antigua. Esta representación casi obsesiva excedía de un simple motivo para convertirse, a la vez, en lo extraordinario de la copia y en lo insólito de la imaginación.


El Borges personaje de "El Aleph" pensaba en Beatriz Viterbo

de perfil, en colores; Beatriz, con antifaz, en los carnavales de 1921; la primera comunión de Beatriz; Beatriz, el día de su boda con Roberto Alessandri; Beatriz, poco después del divorcio, en un almuerzo del Club Hípico; Beatriz, en Quilmes, con Delia San Marco Porcel y Carlos Argentino; Beatriz, con el pekinés que le regaló Villegas Haedo; Beatriz, de frente y de tres cuartos, sonriendo, la mano en el mentón... 

De un modo parecido, Piero Fornassetti imaginó a Lina Cavalieri. Sin embargo, en el italiano estaba implícito el hecho de que, en el juego de recordar su cara, eran cruciales el resto de elementos, aunque distantes, que el pintor había visto, leído o recordado.

Así aparece Lina Cavalieri como Dalí, Lina Cavalieri contando el tiempo,  Lina Cavalieri en el desierto, Lina Cavalieri sudando, sacando la lengua y pidiendo silencio; Lina Cavalieri observando el mundo por unos prismáticos. Lina Cavalieri a secas.

Fornassetti nunca explicó por qué lo había hecho, decía que habia empezado a hacer variaciones y no paró. No importa mucho. Solo importa dejar huella después de comprender que el arte es un juego obsesivo, y que hay que estar muy loco y muy cuerdo para tener conciencia de los mundos de la imaginación. 




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