Hoy Cortázar cumpliría cien años, y todo son homenajes. Yo me imagino al niño Julio, al imaginativo infante por cuya mirada pasaron los primeros cronopios. Al niño Julio que nos cautiva con su mirada y sus universos con solo fijarse en el preliterato.
A Cortázar se le descubre joven, se ama Rayuela, una novela como la vida. Se le redescubre viejo, cuando ya han cesado los latidos, y, en vilo, se le dice: "Buenos días, pequeño Julio, gracias por el juego".
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