Descubrí a Raúl Zurita a través del Canto a su amor desaparecido. Lo que me llevó a su poesía fue esa voz impactante que recitaba delante del Memorial del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político, esa voz nerudiana a la que acompañaba el memorial de la desolación, el dar medida de horror de un país.
La poesía de Raúl Zurita ha tenido siempre esto: la condición épica para crear una identidad cuando todo está en ruinas. Cuando el poeta dice "“Todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas, al mar, a las montañas” (verso inscrito en el memorial) no solo pone su canto en pos de los horrores comunes, sino que pone de antemano que su palabra está condicionada por él. Por el suyo propio que es el de todos.
Desde sus primeras actividades con el CADA, llevó a cabo la corporización del poema. Era algo que se tocaba, real como el horror. La materialización del "poner la otra mejilla", los poemas en el cielo, los poemas en el desierto de Atacama, el proyecto de poema en la cordillera, no nos dicen nada más que del sueño de que la poesía resida más cerca, a este lado del mundo. Nada más alejado del lujo solipsista por el que nos han venido la literatura.
Ahora bien, cuando el poeta dice "Nací bajo Pinochet, viví bajo/ Pinochet, morí bajo Pinochet,/ pero te amaba yo tanto/ que
hasta no me parecía tan malo" no solo reconstruye la esperanza, sino que se enmarca en una tradición literaria. Nos recuerda que la Guerra de Troya finaliza con Elena, que al fondo del inferno estaba Beatriz, que la poesía canta al desencanto, pero que al fondo está esa luz esperanzadora. En Zurita su condición de cantor de la desolación y esperanza en amplía. Al paradigma de la epopeya (deconstruido) se une el paradigma autobiográfico (igualmente deconstruido). La memoria personal se fusiona con la naturaleza, la dictadura, y el propio sentimiento individual. Un Zurita que pasa de lo personal para dar su pequeño (gran) paso en la historia de la literatura.
Raúl Zurita tituló su discurso para el acto de investidura como doctor honoris causa de la Universidad de Alicante: "Son necesarias las estrellas. Poesía y adversidad". En él partió de la sentencia de Eurípides:
Helena: -Yo nunca estuve en Troya, era solo mi sombra.
Menelao: -¿O sea, que solo por una sombra sufrimos tanto?
Esas sombras también persiguen la poesía de Raúl Zurita, el espejismo, la creencia falsa que le hace tomar la voz. Él dice: "Ojalá que no hubiera existido esa literatura (...) Que no existiesen gran parte de las razones que llevan a los seres humanos a escribir poemas". Y tiene razón. Ojalá que no existiera el desencanto, pero existe. Y hay que cantarlo. Por eso Raúl Zurita. Por eso.
Desde sus primeras actividades con el CADA, llevó a cabo la corporización del poema. Era algo que se tocaba, real como el horror. La materialización del "poner la otra mejilla", los poemas en el cielo, los poemas en el desierto de Atacama, el proyecto de poema en la cordillera, no nos dicen nada más que del sueño de que la poesía resida más cerca, a este lado del mundo. Nada más alejado del lujo solipsista por el que nos han venido la literatura.
Helena: -Yo nunca estuve en Troya, era solo mi sombra.
Menelao: -¿O sea, que solo por una sombra sufrimos tanto?
Esas sombras también persiguen la poesía de Raúl Zurita, el espejismo, la creencia falsa que le hace tomar la voz. Él dice: "Ojalá que no hubiera existido esa literatura (...) Que no existiesen gran parte de las razones que llevan a los seres humanos a escribir poemas". Y tiene razón. Ojalá que no existiera el desencanto, pero existe. Y hay que cantarlo. Por eso Raúl Zurita. Por eso.
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