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domingo, 25 de enero de 2015

Diario de una lectora (XIX): La infancia en algunos poemas de Leopoldo María Panero

A partir de: Lepoldo María Panero, Un agujero llamado Nevermore (Selección poética, 1968-1999) (ed. Jenaro Talens), Madrid, Cátedra, 2014 (tercera edición). Una entrada más larga de lo normal para compensar casi un mes de ausencia en el desván. 






Estos días me ha acompañado Un agujero llamado Nevermore de Leopoldo  María Panero. Se trata de una antología realizada por Jenaro Talens para la colección Letras Hispánicas de Cátedra. Incluir en esta colección tan canónica y tradicional a un poeta mitad inclasificable, mitad sobrellevado por los clichés, las etiquetas, y las lecturas marcadas, no podía causarme más que curiosidad. Definitivamente, con el rigor y el cuidado editorial que caracteriza a la colección, el libro aproxima a la auténtica palabra de un gran poeta.  

El prólogo que realiza Jenaro Talens para la misma indaga en el canon y en la posición de un escritor en la historia literaria. Sus planteamientos son en parte nuevos en la consideración de Leopoldo María Panero. Entre otras consideraciones, observa la falta de perspectiva histórica que acompaña a ciertas antologías canónicas, la noción de grupo generacional en el contexto de la Generación del 70, el significado de "metapoesía" en su seno, etc. De esta manera da una verdadera puesta en contexto de la obra del poeta que le ocupa.

En el contexto del culturalismo y las citas, Talens señala que: "El referente de lo literario no aparece en este libro como sustitución de la vida sino como explicitación del imaginario cultural desde el cual la pensamos, valoramos y analizamos" (p. 47). Además con lucidez precisa que su poesía tiene "conciencia del horror que sostiene su inutilidad", lo que llevaría a leer la poesía de Leopoldo María Panero como realista. Ahora bien, en el prólogo no se olvida lo que ha sido repetido hasta la saciedad: en Leopoldo María Panero el texto no está al margen de la propia vida, sino pasada por su filtro. Jenaro Talens señala que "Hay, evidentemente, una experiencia desde la que hablar, pero nunca esa experiencia es otra cosa que motor para una reflexión que excede los límites estrechos de su anécdota" (p. 45). De este modo, considera innecesario el personaje público de Leopoldo María Panero para analizar su escritura. Talens prefiere entonces observar la reivindicación de lo "a-poético", la utilización de citas (a veces falsas) en un entorno discursivo propio e inédito en nuestra poesía, y un gusto por la contradicción que mueve a su palabra.

Sería muy difícil dar una opinión global de la poesía de Leopoldo María Panero desde esta antología, que consigue reunir gran parte de las facetas de un escritor único. Por eso, me centraré en un aspecto, el que más me interesa de su poesía: la utilización de la infancia como objeto poético, los recursos que la acompañan en el poema en pos de una visión degenerada de la misma.



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Leopoldo María Panero desarrolla una poesía en la que los héroes han muerto. La propia vida hace de línea que hay que seguir, y sobre ella se construye mitificación del yo. Sobre ella, y sobre la infancia. Los que hayan visto El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) sabrán de la visión precisamente desencantada que Leopoldo María Panero tiene de todo, aun más que sus hermanos. La suya es una lucidez que lo corroe todo, que lo desbanca todo. En ese mismo documental Leopoldo María Panero dice que "en la infancia vivimos y después sobrevivimos", y después afirma que "el colegio es una institución penal que obliga a olvidar la infancia". El pensamiento del poeta es nietzscheano, la infancia aparece como un valor degenerado por la sociedad contemporánea. Si el filósofo alemán pretendía frustradamente que la seriedad con que el niño juega se mantuviera en los adultos, Leopoldo María Panero ha perdido cualquier esperanza de salvación de la infancia en un mundo cruel.

En este sentido me gustaría pensar en tres poemas que se recogen en esta antología : "Elegía" (Así se fundó Carnaby Street, 1970), "Blancanieves se despide de los siete enanitos" (Tarzán traicionado, 1967), y "20.000 leguas de viaje submarino". En "Elegía" lo que comienza por una mirada nostálgica a la infancia: "Los oso de trapo. Los caza-mariposas. Los erizos en cajas de zapatos. Los amigos invitados a comer por primera vez...", termina deconstruyéndose en la última parte del poema: "Destrucción. La emboscada, los disparos, la sangre. Los cuervos heridos bañados por la luz de los relámpagos. La noche sin fin". Es una mirada negativa sobre la infancia, una mirada que oscurece todos los elementos que la caracterizan, que nos transmite su horror desde el ritmo en staccato del poema.

En "Blancanieves se despide de los siete enanitos" se parte de un referente de la cultura popular que ya remite a la infancia ("Blancanieves"). En este caso, el comienzo ("Prometo escribiros")  vuelve a ser un resquicio de esperanza, a partir del cual se frustrará todo. Después vendrá la visión triste sobre casa del bosque, el olor a cerrado. Hay un efecto de flashback en: "Nunca os olvidaré". El momento en el que se sitúa la voz poética es en realidad el instante en que: "uno tras otro los árboles se derrumban". A partir de él las palabras se vuelven al pasado y al futuro en un efecto muy logrado. La sentencia final es definitivamente abrumadora y desencantada: "Está en venta el jardín de los cerezos".

Mención aparte merece "20.000 leguas de viaje submarino", uno de los poemas más conmovedores del poeta. La infancia no está aquí tratada de una manera explícita, sino que se denota la adolescencia en la lectura de Julio Verne, y en la referencia a la aventura. Es un poema sobre el deseo de vivir, un deseo de vivir en el la lectura y en las aventuras que narran los libros de la adolescencia. Frente a la vida real, siempre más oscura, aburrida, y frustrada, una adolescencia en "20.000 leguas de viaje submarino, que nos permita, cuando cese," cerrar por fin los ojos cuando la mariposa/ próxima a caer sobre la tierra sorda/ quiere en vano volver sus alas hacia lo verde que ahora la desconoce".



Probablemente la poesía de Leopoldo María Panero tiene todo lo que acaso le pedimos algunos poseedores del desencanto a la poesía: cambiar por un momento la realidad conocida, extender lo cotidiano, mirar de otra manera, decir la verdad en su peligro y en la necesidad de hacerlo. Imaginar en la palabra otra vida. 

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