(A partir del libro de Jennifer Jenkins Wood, Spanish Women Travelers at Home and Abroad, 1850-1920).
Tengo encargada una reseña sobre un libro de viajeras de finales del XIX y principios del XX. Entre la cantidad de mujeres españolas que escriben sus crónicas de viaje (Cecilia Böhl de Faber, Carolina Coronado, Emilia Pardo Bazán, Carmen de Burgos...), me ha parecido que una de ellas se merecía un hueco en el desván, una viajera que pisó mi tierra y que fue de las primeras mujeres en escalar sus montañas. Se trata de Rosario de Acuña (Madrid, 1850-Gijón 1923).
Los textos de Rosario de Acuña eran temidos por la crítica por ser librepensadora, masona y feminista; sus libros de viajes, afortunadamente, causaron menos controversias. Fue en 1866 cuando viajó por primera vez de Madrid a Gijón, hecho que plasmaría en un texto titulado "Un recuerdo de mis quince años" (1916). Desde ese momento, sería una apasionada de la naturaleza, lo que le llevaría a visitar Galicia, Asturias, Cantabria, Sierra Morena… hasta decir de las montañas de los Picos de Europa: “las sé como mi casa”.
Es el amor por la naturaleza el que le hace acabar viviendo en Gijón. Allí colabora con periódicos como El Noroeste, en el que publicará una revisión de sus momentos de viaje en 1917, cuando estos ya se han acabado para ella.
Este fin de semana de lecturas entre el verde, pienso en Rosario de Acuña como temeraria montañera, como mujer de letras y feminista pero, sobre todo, como capaz de encontrar en años en los que el catolicismo dominaba especialmente la educación de las mujeres, una religiosidad interna que pertenecía tan solo a las montañas de aquí cerca.
(En la imagen, el Pico Urriellu, por jtsoft)
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