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domingo, 21 de septiembre de 2014

Diario de una lectora (XIII): Ana y una libélula





Mi patria A4, la nueva traducción de Ana Blandiana en la editorial Pre-Textos llevaba persiguiéndome todo el verano. La descubrí en Madrid, entre las novedades de las librerías principales; volví a encontrar el libro en Santander, donde llegó a pesar de que a nuestras ciudades de provincias lo último en poesía viene algo más tarde; en Baeza me lo volvió a recomendar Manolo (@lectordepoesía), y finalmente, me hice con el libro en Oviedo.

La primera vez que escuché el nombre de la poeta rumana no pude evitar imaginarme un aura de cuento en sus poemas, una sonrisa sabia en su rostro, y  una mirada de complicidad para con un lector que vive el sufrimiento que traen al escenario sus palabras. Es la misma complicidad que se revela en la foto que incluyo en la entrada.

El nombre de Ana Blandiana tiene algo de epopeya, de cantora, de heroína herida que, con la lanza de las palabras, continúa luchando. Pensaba yo todo esto, y no pude evitar sonreír al leer el prólogo de Viorica Patea a la edición de Pre-Textos: 

El pseudónimo de Ana Blandiana es un nombre envuelto en una aureola de magia y de ecos mitológicos. Blandiana evoca el hermoso pueblo de Transilvania en la ribera del río Mureș donde nació su madre. Antes de conocerla personalmente, Geo Bogza, el consagrado escritor vanguardista de entreguerras, le envió a Blandiana una bella libélula y le deseó "llegar a ser tan famosa como Ana Karenina pero con otro destino", unas líneas que la autora interpretó como un mensaje llegado a través del tiempo de la historia de la literatura. En la cultura rumana, Ana es el nombre de la heroína de una de las baladas populares más bellas, "El maestro Manole", que ilustra la idea de que todo acto de creación se basa en un sacrificio. En el poema, Manole, el artista encargado de la construcción del monasterio de Argeș, puede vencer la maldición que hace que el edificio se derrumbe las noches, sólo si se compromete a ofrecer un sacrificio que, por ironía del destino, resulta ser la persona que más ama, su esposa Ana, a la que se ve obligado a emparedar entre los muros de la iglesia. Él se suicida después de la finalización del santuario. Al elegir este nombre simbólico, sin darse cuenta, la joven Blandiana asumió el destino sacrificial de la heroína legendaria que ella misma iba a revivir en una tragedia postmoderna durante las décadas tenebrosas de la dictadura. Una realidad que ella misma reconocería en "Balada" (1989). Su nombre lleno de magia llegó a ser la expresión de su ser.


Viorica Patea, "La poética de Ana Blandiana" en Ana Blandiana, Mi patria A4, Valencia, Pre-Textos, 2014, pp. 13-14.



El significado de su nombre nos lleva a la Ana libélula visionaria y onírica, pero también a la poeta exiliada y apátrida en su propia tierra, a la poseedora del mayor de los dolores ("he privatizado diríase, el dolor"). Pero, sobre todo, a la creencia en la imaginación como oposición a una realidad encasillada. Para ello, la metáfora cotidiana, pero inmensa, conduciéndonos a otra realidad que sólo existe en una patria A4, la única de la que no nos sentimos apátridas y exiliados.

 Recogeré un poema, uno de mis favoritos del libro:

Si, tal como dice San Agustín,
El Mal no es más que ausencia del Bien
Y la muerte ausencia de vida,
En esta tierra baldía
Nosotros somos malos,
Y estamos muertos,
Y ni siquiera nos damos cuenta
Puesto que no sabemos qué es ser
Bueno
O qué es estar
Vivo,
Así como las semillas de piedra de la arena
No saben lo que es germinar. 


El poema es representativo del carácter de gran parte de la poesía de Ana Blandiana que aparece en este libro: la preocupación por la maldad humana, la muerte, y las preguntas sobre qué es estar vivos; la metáfora sencilla pero lucidísima, como en este caso es el de las semillas de piedra de la arena; y unos finales de poema que ponen los pelos de punta, que lo rematan y confirman. Una poesía que nos explica, que se pregunta e indaga en lo que somos.

Tal vez no sea baladí que haya leído el libro que me llevaba persiguiendo todo el verano justo cuando está a punto de empezar el otoño.



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