El poema lo escribí durante todo el verano. Esas largas tardes también tienen que ver con Barry Lyndon y el impacto que provocó en mí la película de Kubrick (que vi, por cierto, en el Aula de cine de la Universidad de Oviedo). Aquí está:
Atardecer
Schubert (en la película de Stanley Kubrick)
Mira bien el cuadro
vacío de sueños
y el cielo roto de la
casa de la locura.
Sobre el lienzo vacila
el coraje del héroe,
y la mujer de la
palidez infinita se hunde
en la bañera donde está
el río de Ofelia
y la soledad de quien
perdió la voz
antes
de contar su historia.
En el salón la vida se
ilumina
con la única luz de
unas velas.
Quema su antorcha las cartas
de la dama,
incendia su destino,
muerde su coraje,
encierra su belleza en
la tristeza de la pluma
que finalmente dictamina
la condena:
la soledad primera
detenida
ante la firma definitiva.
A Lady Lyndon
–mirada
en alto,
pelo
lleno de nubes–
le cae una lágrima
sobre el papel,
y así se escribe el
verdadero cuento.
Mira bien el cuadro:
pues más se parece tu
destino
a la pluma de la dama
que a las glorias
pasadas del héroe.
Exquisito. Todo. Kubrik, Schubert, tú.
ResponderEliminar(Te dejo otra cosa bonita:
http://www.youtube.com/watch?v=91sfrw106xs)
Otra joya de esa BSO, ciertamente.
EliminarEs precioso, Raquel.
ResponderEliminarTe deseo un buen año feliz.
Abrazos.
¡Gracias, Isabel! Lo mismo para ti.
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