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sábado, 13 de abril de 2013

Premio de la Crítica para Juan Carlos Mestre

Desde enero, La bicicleta del panadero descansa en mi mesita. Tiene un lugar en mi abigarrada habitación, llena de libros.  De vez en cuando lo cojo, sigo leyendo. Leo un poema, dos, tres, cuatro; sigo con otras lecturas y vuelvo a él al día siguiente, a los dos días, a la semana. No sé cuándo acabaré el libro, tal vez ya lo haya acabado.

De la capacidad metafórica, la construcción de imágenes y de los diferentes registros que puede experimentar la poesía de Juan Carlos Mestre mucho se ha dicho ya. Cuando descubrí su obra, el mayor impacto lo causaron esas imágenes que tanto decían, que hacían imaginar otros mundos, y a su vez quedarse en el mismo lugar en el que uno se encontraba para a la vez juzgarlo y a la vez elogiar su dignidad. Pero también se ha aludido a la memoria, y ella quería llegar.

Reivindico el lugar de la memoria en el poema como lo reivindica Mestre. La memoria es el tiempo en el que habitamos, la huella más profunda que nos recorre y marca lo que somos, una huella tantas veces desconocida e ignorada que nos impide salir adelante.

Si la poesía es un modo de conocer y conocerse y la conciencia es mirar fuera de la habitación y sacar los monstruos que hay dentro, y no hay otra forma de conocerse que viajando a la memoria, que Juan Carlos Mestre sea hoy Premio de la Crítica por La bicicleta del panadero, quiere decir que todavía algunos buscan que la poesía sea eso que tantas voces juntas luchan por decir y no pueden. Y eso nos alegra a los que tenemos metida la espina de la memoria tan dentro y buscamos, ante todo, la verdad y la voz.


 




Hoy 18 de julio martes setenta y cinco aniversario del golpe de
estado de Caín
En la televisión las locutoras hablan con tranquilidad de los
cometas que pasan rozando la Tierra cada diez mil años
Hacia esta misma hora en León ya ha sido detenido el alcalde
Miguel Castaño y los pantanos que aún no esperaban
lluvias del tiempo futuro han comenzado a llenarse de
sangre del tiempo pasado
Donde termina la provincia hay un castillo con su conde y hay
un pueblo dividido por dos ríos y no es necesaria ninguna
otra información geográfica
Son las tres de la tarde delante de su almacén de coloniales
el comerciante Emilio Silva observa dos criaturas que
juegan a descargarse oro en los ojos
Son la hija del sastre y el hijo del panadero
La miel entra en los caramelos y los muchachos comienzan a oír
la canción de las estrellas que al atardecer se atolondran
en la oscuridad
Ella dijo y él dijo y ambos se dijeron no hay ningún otro camino
que nos lleve al mar
Los ríos cambian e piel y las aguas regresan a la montaña
La única música es el canto de las abejas camino de los
colmenares
Las cosas que pasaban eran casi todas las cosas que pasan en
un pueblo que no aparece en las esferas del mundo
En la alameda los fumadores encienden sus cigarrillos para ser
vistos desde las estrellas
La Luna le da la mano al Sol y los antepasados siguen con
la conversación bajo los cerezos
Nadie supo imaginar algo así
Los árboles marchan sin dirección a tomar el desvío hacia
los paisajes del arrepentimiento
Los verdugos dejan de comer tocino, a las fuentes se les seca
la boca
Es septiembre y la tarde tiene el color de las uvas, será monja
o será fraile preguntan los dedos que abren el capullo de
las amapolas
El último día del verano fusilan al alcalde de Villafranca del
Bierzo, Antonio Gabelas y los pensamientos que ya no
existen dijeron: Será mejor que te calles
La última mirada se da la vuelta en la ventana de la casa de
enfrente
Las mujeres no están preparadas para la inquietud, los amantes
no están preparados para el remordimiento, los niños no
están preparados para la congoja
La voz se lava las manos, la decisión se lava las manos, los
caciques se lavan las manos
Ladran los perros de caza, se esconden los perros de caza , su
mirada se inclina como la cabeza de un enfermo
El que oíamos cantar se deja de sentir como dedos que se
duermen
Aquellos que no conocíamos salen de cualquier parte dispuestos
a permanecer para siempre
Y lo que sucede en un lugar comienza también a suceder en otro
como si se borrara un sueño
El sastre termina de hilvanar el traje eu su compadre ya no
podrá recoger
No se sabe ´donde lo han llevado y los días que ya no existen
volverán a decir: Será mejor que te calles
En abril del 41 Antonio Abella, vecino de Paradaseca, muere en
Mauthausen
Y José Mestre desparece el primero de febrero del 42 en el
campo de exterminio de Gusen
Psan los inviernos y los veranos que ya no existen seguirán
repitiendo: Será mejor que te calles
Sesenta y cuatro años después de la insurrección fascista el nieto
de Emilio Silva dueño del almacén de coloniales La
Preferida en Villafranca del Bierzo encontrará la fosa de su
abuelo en una cuneta a la entrada del pueblo de Priaranza
Según el evangelio de Natan Zach, cuando Dios dijo por
primera vez hágase la luz, quiso decir que no quería estar
a oscuras
La hija del sastre se inclina sobre la máquina, sus puntadas
recorren kilómetros y todo camino interminable se hace
más pequeño
La noche se llena de lámparas,, hablan con las hojas doradas
que aún tienen la cocina encendida
El pelirrojo acebo le dice al espino: Será mejor que te calles
Ella dijo y él dijo y ambos se dijeron barrio triste escaparates
donde las personas miraban el tiempo el cielo el viento
en línea recta de la carretera
El sol vino a acostarse en los retales, el humo volvió a entrar en
las chimeneas, la corriente eléctrica regresa a la oscuridad,
abre la puerta, salta en el mundo
Se entierran las palabras que esperaban a alguien, se desentierra
como niños vivos
Y se va el otoño y regresa la primavera y los cometas pasan
rozando la Tierra una vez cada diez mil años.

2 comentarios:

  1. Estremecedor. Ahora la amenaza del cometa parece incluso entrañable.

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    Respuestas
    1. Pues sí, Juan Antonio, pero es tan necesario, a pesar de ese inmenso dolor...

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