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martes, 30 de abril de 2013

Pessoa o cómo comprender esto que nos ocurre

Dice Pessoa en su Libro del desasosiego:

Me da más pena de los que sueñan lo probable, lo legítimo y lo próximo, que de los que devanean sobre lo lejano y lo extraño. Los que sueñan en grande, o están locos y creen en lo que sueñan y son felices, o son devaneadores sencillos, para quienes el devaneo es una música del alma que los arrulla sin decirles nada. Pero el que sueña lo posible tiene la posibilidad real de la verdadera desilusión. No puede pesarme mucho el haber dejado de ser emperador romano, pero puede dolerme el no haberle hablado nunca a la costurera que, hacia las nueve, dobla siempre la esquina de la derecha. El sueño que nos promete lo imposible ya nos priva con eso de ello, pero el sueño que nos promete lo posible se entromete en la propia vida y delega en ella su solución. Uno, vive exclusivo e independiente; el otro, sometido a las contingencias del acontecer.
 
Por eso amo los paisajes imposibles y las grandes zonas desiertas de las llanuras en las que nunca voy a estar. Las épocas históricas pasadas son de pura maravilla, pues, desde luego, no puedo pensar que se realizarán conmigo. Duermo cuando sueño lo que no existe; me despierto cuando sueño lo que puede existir.
 
Me asomo, desde una de las ventanas de la oficina abandonada a mediodía, a la calle en la que mi distracción siente movimientos de gente en los ojos, y no los ve, desde la distancia de mi meditación. Me duermo sobre los codos, donde me duele la barandilla, y sé de nada con una gran promesa. Los pormenores de la calle sin animación por la que muchos andan se me destacan en un alejamiento mental: los cajones apiñados en el carro, los sacos a la puerta del almacén del otro y, en el escaparate distante de la tienda de ultramarinos de la esquina, el vislumbre de las botellas de ese vino de Oporto que sueño que nadie puede comprar. Se me aísla el espíritu de la mitad de la materia. Investigo con la imaginación. La gente que pasa por la calle es siempre la misma que ha pasado hace poco, es siempre el aspecto fluctuante de alguien, manchas sin movimiento, voces de incertidumbre, cosas que pasan y no llegan a suceder.
 
La anotación con la conciencia de los sentidos, antes que con los mismos sentidos... La posibilidad de otras cosas...Y, de repente, suena, detrás de mí, en la oficina, la llamada metafísicamente abrupta del mancebo. Siento que podría matarlo por haber interrumpido lo que no estaba pensando. Le miro, volviéndome, con un silencio lleno de odio, escucho anticipadamente, con una tensión de homicidio latente, la voz que va gastar en decirme algo. Se sonríe desde el fondo de la casa y me da las buenas tardes en voz alta. Le odio como al universo. Tengo los ojos pesados de sopor.


Y yo pienso: ¿Qué sería de nosotros sin esa ensoñación sobre la que nos erigimos? Compasión para quien pudiendo sobrevivir, vivió.





(Cito el texto de la traducción de Ángel Crespo para Seix Barral)

5 comentarios:

  1. increíble, pero increíble, de lo mejor que hay en este mundo el libro del desasosiego...
    yo tengo mi fragmento favorito, la entrada 12 de la p. 398, esa deslumbrante letanía que no puedo evitar compartir aquí...

    APÉNDICE. 12.

    Mi vida es tan triste, y yo no pienso en llorarla; mis horas tan falsas, y yo no sueño el gesto de apartarlas.¿Cómo no soñarte? ¿Cómo no soñarte?
    Señora de las Horas que Pasan, Madonna de las aguas estancadas y de las algas muertas, Diosa Tutelar de los desiertos abiertos y de los paisajes negros de rocas estériles…, líbrame de mi juventud.
    Consoladora de los que no tienen consolación, Lágrima de los que nunca lloran, Hora que nunca suena –líbrame de la alegría y de la felicidad.
    --Opio de todos los silencios, Lira para no ser tañida, Vitral de lejanía y de abandono, haz que yo sea odiado por los hombres y escarnecido por las mujeres.
    --Címbalo de Extrema-Unción, /Caricia sin gesto, Paloma muerta a la sombra, óleo de las horas pasadas soñando/, líbrame de la religión, porque es suave, y de la incredulidad, porque es fuerte; (…
    )--Lirio mustiando la tarde, Cofre de rosas marchitas, Silencio entre prez y prez, lléname de náusea de vivir, de odio de estar sano, de desprecio de ser joven.Vuélveme inútil y estéril, oh Acogedora de todos los sueños vagos; hazme puro sin razón para serlo, y falso sin amor a serlo, oh Agua Corriente de las Tristezas Vividas; que mi boca sea un paisaje de hielos, mis ojos dos lagos muertos, mis gestos un deshojar lento de árboles viejecitos, oh Letanía de desasosiegos, o Misa-Violada de Cansancios, oh Corona, oh Fluido, oh Ascensión!...
    ¡(Y) qué pena tener que rezarte como a una mujer, y no quererte como a un hombre, y no poder alzarte los ojos de mis sueños como Aurora-al-contrario del sexo irreal de los ángeles que nunca entraron en el cielo!

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    1. ¡Muchas gracias por compartirlo, Su Xiaoxiao! El Libro del desasosiego es, sobre todo, uno de los testimonios más humildes y sinceros de la historia de la literatura.

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  2. Pessoa siempre me suena a música de cámara melancólica de engañosa sencillez. Siento una especie de dulce vértigo al asomarse al borde de sus frases, como si me asomara a las aguas de un lago profundísimo. Pero hay tanta sinceridad, tanta autenticidad en las ficciones de sus varios yoes.

    Raquel F. y Su Xiaoxiao reunidas en un mismo comentario: ¿cabe imaginar algo mejor?

    Un abrazo.

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