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sábado, 2 de febrero de 2013

Alma Venus

Tras la lectura de Alma Venus de Pere Gimferrer (Barcelona, Seix Barral, 2012) y altas cotas de reflexión.



La Venus de Boticcelli me mira desde el cuadro, desde sus cuadros con los mismos ojos. Además de los ojos del erotismo y el amor, son los ojos de la protección en un mundo desolador. Así la coge de la mano Pere Gimferrer elevándola sobre un poemario para que traiga luz a esta sociedad oscura. 

Alma Venus genuit decía Virgilio, Alma Venus y la poesía y el amor como espacios protectores. Alma Venus que emerge en un poema dedicado al caso Palma Arena ; amor y revolución frente a las ruinas, la obsesión por buscar la dignidad de la palabra, que dijera Blas de Otero:
Muerte de Blas de Otero al sol de estío:
la dignidad de la palabra en pie.
Lo demás sobra, sí. Va el tajamar,
muerte adelante, por la poesía:
en claro lleva a proa los ojos del vivir.
Alma Venus: amor, revolución.

 «Lo que busco es un efecto estético y ético en cada uno de los versos. ¿Qué justifica la poesía? Es la expresión literaria que más se aleja del uso utilitario de la palabra. Es un reducto de libertad y de individualidad ante la realidad de la globalización», dice Gimferrer aquí. Todo está escrito en lenguaje no humano, en el lenguaje Gimferrer, junto al que emerge una larga tradición literaria:
Yo, que me proyecte, soy proyección:
el bulto en sombras me miraba a oscuras,
pero trazó a cordel mi propia vida,
design for living, el poetizar:

la claraboya de cristal hojoso
por la que pasan nubes de Moguer.
 Y, aun más, el cine: al ralenti, Rosselinni, cinecittà, Orson Welles, Death in Venice, la bailarina de MetrópolisRosemary's baby... Alma Venus de nuestra angustia. 

Alma Venus sobre la ecatombe. El que probablemente sea el mejor poema del libro, dice: «La Europa que describe Rossellini/ -años 50- ¿es ya la Europa nuestra?», para pedir luego: «Filmad en digital esta agonía». Pero está Alma Venus hasta en la agonizante Europa: 
Mas Europa adelante, hacia lo hondo
no moriremos: vivirá
el pigmento de luz de tantos cuerpos,
vive la serpentina pigmentada
del carnaval y de las bacanales
(Rubens, copista de Tiziano en Andros),
y la cámara oscura de la alcoba,
pigmentada de piel que reverbera.
Los Carracci pintaban esta pompa:
arcos desvanecidos en Bolonia,
artillería hecha luz de frescos.
Viviremos allí: cuando perezca
lo que es Europa desde el Tajo al Neva
no podrá perecer: la salvará
el instante inmortal en que los cuerpos,
en las oscuridades o en el óleo,
encuentran su absoluta salvación,
el diamante del tiempo intemporal;
y una vez más diremos: «Lilí, quiéreme»,
como al disparar dijo Mayakovski. 

Nos queda Alma venus erigiendo su mirada por encima de las convulsiones que nos rodean. Una mirada subversiva, el viaje kamikaze de unos ojos que nos contagia a los que la observamos. 

Oh, Alma Venus, yo también lo creo: «Para esto vivimos tantos días:/ para morirnos por querer amar».

2 comentarios:

  1. Eros y Thanatos. No hablas de eso, pero el verso con el que cierras tu entrada lo avala. Siempre me pareció de una dulzura terrible (perdona que lo diga así) el suave erotismo de Botticelli. Lo que una mirada inteligente puede percibir en torno a esas delicadas texturas es toda una epifanía.

    Te haces necesaria.

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  2. Sí, ese último verso de Pere Gimferrer que cierra el poema IX de la primera parte del libro pone los pelos de punta por reflejar tan nítidamente esa oposición terrible.
    Opino lo mismo que tú respecto a Boticcelli, no sé por qué esos términos suelen coincidir tanto.
    Ojalá hubiese más personas a las que la Venus les prestara sus ojos...

    ¡Muchas gracias, Juan Antonio!

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