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sábado, 1 de diciembre de 2012

Los santos inocentes

Ayer se leía en los periódicos la noticia de que dos ancianos se habían suicidado en Granada. En su última carta decían que no querían ser una carga para sus hijos. Horas después, Soraya Sáenz de Santamaría anunciaba que no ajustará las pensiones de los jubilados a la subida del IPC. Pedía "esfuerzo y colaboración".

Lo pedía sabiendo sus ejercicios de responsabilidad son la pantomima con la que se visten todos los días, la cara amable de la manipulación de los que nada tienen. Lo pedía sabiendo que aún buscamos sus verdaderos ejercicios de responsabilidad, el compromiso y la verdad, la necesidad de unas manos limpias.

Lo que tiene de drama esta situación es que de su pantomima queda el sufrimiento de los santos inocentes: los niños menores de tres años a los que Herodes manda asesinar, la Niña Chica y el Azarías de Delibes; hoy, en una España no muy diferente: los pensionistas, dependientes, parados... todos los que poseen la inocencia y la desesperación, lo mísero de una vida que no se elige, el trabajo gramo a gramo para perderlo todo.

Ante este drama, ¿cómo puede la literatura mantenerse al margen, se puede escribir aisladamente? ¿Se puede obviar la angustia? No lo creo.


(Fotograma de la adaptación cinematográfica de Los santos inocentes, de Mario Camus)

4 comentarios:

  1. Estamos asistiendo al más bochornoso espectáculo de exaltación de la mentira y la hipocresía que se haya visto nunca.

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  2. Bueno, yo creo que en España, lamentablemente, ha sido una constante, Juan Antonio.

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  3. maravilloso como escribes Senti la realidad mientras te leia

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