Instagram

jueves, 6 de diciembre de 2012

Literatura o star system

Martín Caparrós, con respecto a la Feria de Guadalajara y el estado de eso que llaman literatura dice hoy, en su blog:


...Ahora, en Guadalajara, alguien dice que estos eventos son muy raros. Que ir a una feria como la FIL es como ir a un festival de cine sin entrar a ver las películas, solo las conferencias de prensa. Que es una gran movida montada alrededor del libro donde se venden libros, se compran libros, se contratan libros, se deciden libros, se comentan libros –pero, por supuesto, no se leen libros. En los eventos literarios la obra siempre está un poco más allá, telón de fondo; para vivir en los eventos literarios, los escritores han tenido que desarrollar habilidades que no tienen nada que ver con la escritura: esa acidez, esa dulzura, esa amargura, esa elocuencia, esa capacidad de brindar un buen show. En el congreso, esa forma tan antigua, los escritores se encontraban y discutían, a puertas cerradas, entre pares; en los eventos, tan actuales, los escritores le hablan en público a un público que no está legitimado para contestarles. De horizontal a vertical, todo un trayecto.
No es el único. Lo cierto es que ser un escritor de ahora tiene ventajas muy visibles. Así que se hizo cool, se llenó de chicos y chicas que quieren y que, con tal de serlo, incluso intentan algún libro. Y que los eventos son –junto con premios y subsidios– la base de ese inverosímil star system –aunque sea un star system sin stars– y que, gracias al sistema, hay más parejas multinacionales, pero la circulación de groupies se hace más complicada: duran, si acaso, lo que dura el evento –tres días, cuatro.
Y que, sin embargo, todos estamos muy contentos. 


                                                    *                 *                 *  


Hace un par de años me invitaron a dar una charla en la Cátedra Roberto Bolaño de la Universidad Diego Portales, Santiago de Chile. Era, todavía, un espacio a la antigua: estudiantes y profesores, un monólogo largo y aburrido. Me saqué. Dije, entre otras cosas –y repito:

“Vivimos una época de gran mediocridad literaria, y nos complacemos en ella. No es desagradable. Los menos mediocres de entre nosotros –o quizás debería decir los más-, los que mejor nos adaptamos a esa mediocridad dominante, la pasamos bien. El mercado nos es propicio, nuestros libros mediocres nos procuran ingresos decentes, viajamos a giras de promoción, a ferias donde la prensa nos celebra, los editores nos invitan a restoranes caros, incluso asistimos a encuentros y congresos donde debatimos y enaltecemos lo que hacemos como si fuera literatura, aunque últimamente congresos hay cada vez menos, ahora en su lugar lo que hay son festivales –el libro en la sociedad del espectáculo–; todo lo cual nos da fuerzas para seguir produciendo más libros mediocres. Digo mediocres; quiero decir: sin ninguna ambición más allá de sí mismos. Escribimos libros que hasta pueden ser relatos bien armados, graciosos, estremecedores, sugerentes. Escribimos libros que pueden incluso captar ciertos rasgos del espíritu de la época, que muchos lectores pueden disfrutar, que se traducen en idiomas. Escribimos libros que también pueden incluir giros felices, frases bien ritmadas, estructuras astutas. Pero escribimos libros que sólo quieren ser leídos, que no pretenden más que eso; sobre todo, no intentan cambiar la forma en que se escriben y se leen los libros. 

Nadie o casi nadie pintaría ahora con el trazo de Modigliani o de Picasso. Quizás esto suceda también porque la plástica no tiene mercado sino compradores: para que una obra se venda bien sólo se necesitan diez críticos y un coleccionista, todos muy educados. Para que un libro se venda bien se necesitan miles y miles de televidentes. Pero en cualquier caso nosotros seguimos haciendo lo mismo que hacían nuestros colegas hace 100, 150 años. Si alguien  pintara como Delacroix sería un idiota, alguien que escribe como Flaubert, con la sintaxis y las estructuras de Flaubert, puede ser un muy buen novelista contemporáneo. ¿Qué hace que nuestras novelas pertenezcan a nuestro tiempo y no a cualquier otro? ¿Que incluyan aviones y computadoras, drogas y marginalidad, sexo gay o amores a distancia, lo que sea? ¿Que incluyan ciertos gestos, chistes pop, los ecos suaves de la tele y las grandes disqueras? ¿O que precisamente no parecen de ningún momento? Nada en la forma, nada en la forma, es como si pintáramos una rave con el academicismo gran formato de Jacques-Louis David. ¿Vale la pena escribir para que haya un par de historias más dando vueltas por ahí? ¿O para asegurarse el alquiler de los dos próximos años? ¿O para girar y viajar a festivales? ¿O para que te pongan un micrófono adelante? Supongo que sí, si aceptamos que eso es mediocridad pura, que permitimos que la literatura deje de ser un arte. Que escribimos libros que nunca van a cambiar el modo de escribir libros o de mirar el mundo. Que somos tan honestos y tan prescindibles como buen zapatero.” 

Vamos a los eventos, nos la pasamos bomba: somos casi felices, por un rato.


5 comentarios:

  1. Hace mucho que pienso que todo eso de la "literatura y cultura" se ha vuelto una élite abominable... todos adulan a los escritores de algún libro bien logrado, pero que tal vez haya sido su único acierto... y los tratan como ha estrellas de cine y todo lo que dicen lo enmarcan como si fuera la mismisima verdad inmaculada...

    Me gustaban antes las ferias de libros porque encontraba cosas diferentes a las de las librerías, ahora todo es lo mismo... sólo cambia la pasta, pero todo igual.

    Ojala dieran cabida en esos eventos a autores desconocidos pero interesantes, ¿para qué presentar a los "grandes escritores" si ya todos los conocen?...

    En fin. Son tántas cosas que no caben en un pequeño recuadro como este. Disculpa si me extendí un poco mas de lo debido.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    2. Hola, [.Λɀuʟ mэlaиcølîa.]. Lo primero de todo: me encanta que os extendáis en vuestros comentarios, es todo un honor.

      Con respecto al tema al que alude Martín Caparrós: lo peor de todo es que gente con obras mediocres sea alabada por la crítica, debido a amiguismos y demás. Tengo una obsesión absoluta con lo que pasa con la crítica especialmente en el mundo hispánico pero es que de veras creo que es un problema.

      Por otro lado está el hecho de que hoy en día se puedan volver a producir grandes obras. ¿Volverá la literatura a tener una edad al menos de bronce?

      Eliminar