Vivir en una elegía

el alma es un olvido hacia una orilla eterna

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 Mujeres cruzan el silencio argentino
sobre un tapiz por un momento mágico.


Juan L. Ortiz

Un hombre que escribía con un gato tumbado en sus rodillas, que tomaba mate, y que fumaba en una larga y extraña pipa, dijo que "la poesía provincial tiene siempre algo que ver con la elegía"¹. Era Juan L. Ortiz (Juanele), el poeta con la conciencia de la historia que tiene quien ha nacido en el campo.

Yo creo que la poesía provincial tiene además siempre algo que ver con la soledad, una soledad llena de luz y de sonidos que dice más por sus silencios. Una soledad que impone también una visión del mundo, una necesidad de salir y a la vez quedarse, de conocer varias lenguas, traducirlas (como Juanele), saber de otros lenguajes para siempre volver a conocerse mejor a uno mismo.  

Juanele hizo a su soledad caminar junto a  un río, un río que fluye por sus poemas y no se limita a condicionar la disposición el verso en la página y a ser el tema principal: su poesía (su vida) es el río. Cuando la dictadura quema En el aura del sauce (1970) está quemando el río. La poesía provincial tiene siempre algo que ver con la elegía y con la soledad, con algo que está siempre en peligro de extinción y agoniza y resiste al mismo tiempo. La poesía provincial tiene siempre algo que ver con estar a la intemperie y con sacar la esperanza de una luz que casi no se ve.

Eso lo sabía bien Juanele.

¹ Juan L. Ortiz, Obra completa, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2005, p. 141.