Hay cegueras más importantes que la ceguera física, ya lo venía diciendo Buero Vallejo allá por el cuarenta y tantos con En la ardiente oscuridad. Hoy falta quien lo diga y faltan los testigos, falta su condena y faltan los recuerdos. Unos se entierran con su gloria y sus víctimas aún se descomponen en algún monte perdido de España, al que nadie quiere regresar. Ni sabemos dónde vamos ni de dónde venimos. Ver pasar los años enterrando a unos y olvidando a otros es nuestra ceguera.
La vida de Fraga servía para no olvidar lo que ocurrió en España entre 1936 y 1975, para que los jóvenes, y los que no lo son tanto, no olvidasen lo herida de muerte que estuvo durante mucho tiempo. Hoy la Guerra Civil parece algo prehistórico, y nadie cree que desandar el camino andado sea posible en una España a la que aún no le han quitado los puntos de las viejas heridas.
Con el paso de los años y la muerte de los personajes de la historia ¿llegará el día en el que nos hagamos totalmente desconocedores de ella e ignoremos que pueda volver a repetirse, más aún de lo que somos ahora? Ante la desaparición de los que lo sufrieron y de los responsables de ello, ¿España elige la felicidad sobre la verdad? ¿La ceguera y el engaño sobre la inteligencia? El futuro (o el presente) lo dirán.
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