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domingo, 17 de julio de 2011

Recordar, esa ardua tarea

Hace setenta y cinco años del día en que se rasgó a España por la mitad hiriéndola de muerte, aunque probablemente para cada persona hubo un comienzo distinto. A lo mejor para aquel hombre el principio de la guerra se produjo cuando vio cómo se llevaban a su padre, o para las niñas que jugaban tranquilamente en un prado cuando estalló una bomba justo delante suya, o para el agricultor cuando tuvo que cambiar el garabato por la metralleta. En España hubo en realidad muchas Guerras Civiles y todas muy distintas. Cada historia es una diferente y por desgracia, se conocen todavía muy pocas.

Falta testimonio oral, es necesario encontrar cada lágrima que se lloró por culpa de lo que pasó entre 1936 y 1939 en España. El pasado no debe olvidarse para que no se repita. La memoria es hoy y ha de ser reconstruida por el pasado y para el futuro, pero sobre todo para este tiempo en que vivimos. La memoria ha de ser siempre nuestra contemporánea. Recordar, paradójicamente, requiere un ingente esfuerzo presente.

Ahora España parece haber olvidado que ha sangrado y que parte de esa sangre aún se derrama a veces de las heridas de la Guerra Civil. Hay cicatrices que perduran para siempre pero ¿se acordará alguien dentro de unos cuantos años de lo que fue la Guerra Civil? Tal vez pocos, tal vez nadie. Por eso, para que nunca más ni en España ni en otro lugar las estrellas decidan correr tan rápido por el cielo como lo hicieron aquel dieciocho de julio y en los años que le siguieron, retengamos la memoria: no olvidemos el pasado para poder construir un futuro mejor.

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